Con las nuevas tecnologías podemos replicar en la web las interacciones cara a cara que suceden en el interior de un aula o de una oficina, multiplicándolas en tiempo, participantes y espacios. Estas experiencias pueden ser capitalizadas como verdaderas oportunidades de aprendizaje, y allí vemos que las TIC ofrecen un aporte único a propuestas educativas donde el componente social es un andamiaje importante.
Las tradicionales clasificaciones sobre aprendizaje nos hablan de distintos tipos:
• Aprendizaje formal: el que se adquiere de forma sistemática en las organizaciones educativas exclusivamente, con la intencionalidad manifiesta, organizada, secuenciada, reglada, de transmitir un contenido.
• Aprendizaje no formal: aquél que sucede en organizaciones no educativas (como puede ser un club, un centro comunitario, un lugar de trabajo, una institución religiosa)
• Aprendizaje informal: producto de la interacción entre sujetos que forman parte de nuestro entorno y que de alguna manera ejercen influencia en nuestra forma de pensar, actuar o sentir. Este aprendizaje informal atraviesa los otros dos: ya sea de manera implícita o explícita condicionan la forma en que se aprende, los climas en que se dan las interacciones y los vínculos entre las personas que participan en este proceso.
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Independientemente del ámbito o de la intencionalidad, es evidente que toda situación de enseñanza-aprendizaje tiene un componente social. Los seres humanos habitamos diferentes espacios: no sólo el espacio “real,” sino otros simbólicos, afectivos, históricos, artísticos y también, los que se generan a través de las redes: los espacios virtuales. Las TIC multiplican las oportunidades de aprender y construir el conocimiento en red, y allí radica la verdadera riqueza del aporte de las nuevas tecnologías al aprendizaje social.
A menudo se asocia el aprendizaje social con el aprendizaje informal. Si bien ambos tienen características en común, están lejos de ser sinónimos y, de hecho, constituyen dos aspectos diferentes del aprendizaje.
El aprendizaje social puede (y debe) planificarse como un contenido a aprender tanto en el ámbito de lo formal, (a ello se refiere el concepto de “formación social”) o bien vivenciarse como parte del aprendizaje informal (lo que se llama “colaboración social”).
Como dice el refrán, el ser humano es capaz de aprender solo, pero se llega más lejos si aprendemos con otros. Aprendemos de, con y para otros. Allí radica la verdadera esencia del aprendizaje social.
El papel de las TIC en el aprendizaje social.
A partir de la interconectividad, la interacción, la cooperación y la colaboración, hoy las TIC nos permiten –quizás como nunca- hacer del aprendizaje social un modo único de aprendizaje. Cada día las posibilidades de aprender en red y de devolver a ella nuestro conocimiento aumentan, en un círculo virtuoso infinito en que obtenemos y compartimos información. Esto se da tanto en el ámbito de las organizaciones del mundo laboral como en las organizaciones educativas.
Por supuesto, ante ese tentador mundo de informaciones a un solo clic de distancia, las verdaderas habilidades estarán en saber elegir de ese riquísimo e infinito menú, qué ingredientes necesitamos, qué deseamos cocinar, y con quiénes compartiremos nuestra rica comida.
¿Cuáles herramientas TIC contribuyen al aprendizaje social?
Todas las que mediadas por un dispositivo tecnológico nos permitan compartir con otros una idea, un proyecto, una forma de hacer las cosas: un chat, un foro, un blog, un post en una red social, una wiki o una videoconferencia. Todo ello puede estar al servicio de fomentar aprendizajes sociales.
Red social, aprendizaje social, aprendizaje en red, redes de aprendizajes, todos conceptos enlazados que apuntan a develar la necesidad de encontrar un tejido que haga de “sostén” de todo lo que está en la web. La red nos espera latente con información, datos, conocimientos, pero también nos hace reaccionar con formas de sentir, de procesar las emociones, de sentirnos influidos por los otros que nos rodean.
De allí que el verdadero desafío de las organizaciones (las educativas y el resto) es utilizar los aprendizajes sociales para generar una inteligencia colectiva, racional y emocional que no es otra cosa que “una inteligencia repartida en todas partes, valorizada constantemente, coordinada y movilizada en tiempo real”. (Lévy 2004:89).
¿Y cuándo aprende una organización? Cuando es capaz de registrar lo que acontece, para convertirlo en conocimiento, en experiencia a la que recurrir ante un problema a resolver. El componente social de las redes virtuales constituye un verdadero nicho de aprendizaje organizacional. Explotarlos adecuadamente; ése es el desafío.
Fuente: net-learning.com.ar