¿La ciencia tiene todas las respuestas?
Cuando tenía 5 años a Isabel le encantaba observar gusanos bajo la lupa de su abuelo, recuerda tomar a escondidas cuchillos de la cocina y torpemente intentar abrirlos para descubrir qué tenían por dentro. Se preguntaba continuamente de qué se alimentaban o cuántas horas al día podían dormir, por eso, siempre que iba a visitarlo, su misión la encontraba en el jardín.
Un día estaba elaborando su primer libro de botánica mientras estudiaba para un examen de biología, cursaba quinto grado de primaria y disfrutaba enormemente las horas que pasaba dibujando plantas y mariposas. Justo aquella tarde mientras coloreaba una enorme mariposa azul en la portada de su bitácora tocaron la puerta de su casa y a lo lejos escuchó decir que su primo el más querido había muerto.
Vio cómo toda su familia corría de un lado para otro, unos se tomaban de la cabeza, otros lloraban, otros gritaban y algunos se abrazaban. Esa noche antes de dormir Isabel se preguntó acerca de la muerte ¿Qué pasaría ahora con su primo? ¿Simplemente habría dejado de existir? Era muy joven y ya estaría entendiendo unos de los grandes dilemas del ser humano ¿Qué hay después de la muerte?
Y es que la existencia misma no debería dejar de ser un asombro, nuestra naturaleza nos impulsa a pensar en nuestro propósito terrenal y el sentido de la realidad en la que estamos presentes. Los físicos han medido la velocidad de la luz y la velocidad del sonido en diferentes medios; los químicos pueden describir a detalle los procesos de combustión, fermentación o de fotosíntesis; los biólogos pueden codificar el ADN de cualquier ser vivo o describir a detalle cómo funciona un organismo o un ecosistema.
Hemos encontrado la forma de traducir el entorno que nos rodea, le damos explicación a casi cualquier cosa, pero, aun así, ¿Qué relevancia tiene esto cuando nos levantamos en las mañanas? ¿Acaso conocer las reacciones de descomposición de un cuerpo nos hace percibir de manera distinta la idea de la muerte?
Estas cuestiones inherentes del ser, esas preguntas que como Isabel nos hacemos desde pequeños, esas que desde los inicios de la conciencia humana han estado en nuestra mente, son las que han llevado a la ciencia a desarrollarse y convertirse en lo que hoy es. A pesar de esto, la ciencia no puede dar respuestas definitivas a las preguntas más esenciales del ser y más aún cuando estas preguntas son los grandes interrogantes que actualmente construyen el gran debate que se da entre la religión y la ciencia.
El mundo es un lugar increíble donde cada día se producen avances científicos y tecnológicos que facilitan y extienden la esperanza de vida de los seres humanos, nuevos inventos y descubrimientos que moldean el camino de desarrollo de nuestra sociedad. Pero todo esto no llega por sí solo, se requieren personas que se dediquen a investigar, estudiar y hacer lo necesario por lograr nuevos resultados, a través de la experimentación y el estudio de carreras afines, tales como ingenierías o áreas puras del saber, en donde los jóvenes aprenden a sacar provecho de su curiosidad científica.
Seguimos aportando a quienes tienen la responsabilidad de enseñar, aprender y evaluar desde el hogar: ¿Cómo evaluar cuando se aprende desde casa? ¿Qué estrategias usar para medir los aprendizajes desde el hogar? Vamos a seguir respondiendo a estas preguntas en esta última parte de esta editorial de ESE. Conoce las anteriores editoriales:
Imaginemos vivir en una distopía de película de ficción, ¿Cómo sería el mundo sin creencias religiosas?
El mundo virtual cada vez cobra mayor presencia en las actividades cotidianas, el futuro de las películas de ciencia ficción de repente parece un futuro cercano, lleno de cambios y oportunidades para las cuales nuestros jóvenes tendrán que estar preparados. Los padres y docentes deben ser conscientes que se está educando para vivir en un mundo completamente diferente al que conocemos hasta ahora, donde las carreras científicas tienen gran auge y una excelente remuneración económica en cualquier parte del mundo.
No importa si no tienes todas las respuestas, hoy en día ni los más destacados científicos se las saben todas, acá lo importante es rescatar la curiosidad propia y buscar información para aumentar nuestros criterios analíticos.
Desde esta perspectiva es muy importante que las generaciones más jóvenes se alienten a plantear sus propias preguntas, compartir sus ideas y que sean escuchadas. Las ideas se construyen a partir de experiencias que pueden llegar a ser conclusiones, algunas que van a encuadrar en el criterio científico tradicional y otras no.
Por ejemplo, para ver las cosas de maneras distintas hay que cuestionarse: ¿Ha visto alguna vez que llueva horizontalmente? ¿Qué podría causar que llueva así? Este tipo de cuestionamientos son una forma importante de investigación y aprendizaje. Por ello, es deber de todos alentar debates en los que se haga saber a quién se equivoca si hay un error, buscando más información del tema para corregir hipótesis con información más precisa.
Los humanos cuando nos sentimos escuchados desarrollamos seguridad en nuestro razonamiento y humanos seguros de su razonamiento se interesan por aprender ciencia, por eso escuchar a los más jóvenes nos ayudará a descubrir qué saben y cómo lo saben. Desde ahí podremos ayudarles a investigar y experimentar aumentando sus ideas científicas. Las ciencias ayudan a razonar críticamente y a sentir mayor seguridad de la propia habilidad para resolver problemas. Por ejemplo, en el caso de los niños pequeños, ellos se interesan mucho en las cosas con las que puedan interactuar, sea tocando o realizando cambios, les gusta descubrir qué pasa.
Por ello se recomienda antes de realizar alguna actividad revisar bien qué requiere la actividad, incluyendo el tiempo y los materiales.
Para evaluar desde casa te recomendamos:
La ciencia es para todos, incluso los niños:
¿Cómo encontrar la actividad adecuada para incentivar la curiosidad científica en alguien?
Es muy tentador tratar de enseñar un poco sobre muchos temas, pero, la mejor manera de ayudar a que los jóvenes razonen científicamente es presentando pocos temas y mejor detallarlos a fondo, pues, aunque ellos quieran aprender muchos datos, nunca podrán aprender todo sobre la ciencia en una tarde, es decir, que para adquirir nuevos conocimientos van a ser necesarias bases sólidas, no solo conceptos sueltos.
Al cerebro le cuesta entender partes separadas de información, en cambio disfruta enormemente armar el rompecabezas y observar todas las piezas de conocimiento ensambladas. Teniendo en cuenta que todas las personas tenemos gustos diferentes, y que ante una misma actividad se pueden tener diferentes respuestas, hay una gran variedad de actividades científicas que son fáciles y divertidas entre las que puedes escoger.
Lo más importante será saber un poco acerca de los intereses de tu hijo; por ejemplo, si disfruta cocinar, puedes enseñarle cambios de colores al mezclar sustancias como leche y panela, o cambios de estado cuándo el vinagre cuaja la leche.
De acuerdo con los gustos e intereses puedes escoger alguna actividad que cumpla con los siguientes parámetros:
- Busca actividades que no sean ni demasiado fáciles ni demasiado difíciles. Si está entre dos opciones escoja la más sencilla, los adultos solemos creer que los chicos necesitan grandes demostraciones, pero esto no es cierto. (Recuerde que una actividad muy compleja dejará la sensación de que las ciencias son muy difíciles).
- Considere la personalidad y preferencias sociales de su hijo, pues sabemos que algunas personas se aburren con actividades en solitario, así como a otros no les gusta trabajar en equipo. Estos factores son importantes a la hora de elegir un proyecto que sea individual o colectivo, que necesite o no supervisión de un adulto.
- Seleccione actividades que se adapten al lugar donde se vive. Obviamente una ciudad muy alumbrada no es el mejor lugar para salir a ver las estrellas.
- Permita que su hijo seleccione las actividades. Si no sabe si prefiere salir a recoger conchas o plantar flores, pregúntele. Cuando escoja algo que quiere hacer, aprenderá más y se divertirá más.
El sistema escolar nos ha enseñado a través de los años y generación tras generación que el desarrollo de un trabajo vale la pena, siempre y cuando haya una evaluación o una calificación de por medio. Sin embargo, podemos romper con este paradigma social enfatizando en el valor formativo de la evaluación, recreando condiciones evaluativas que vayan de la mano con situaciones parecidas a las que se van a encontrar en la vida real, además de implementar tareas auténticas que involucren retos y roles que ayuden a los más jóvenes a desentramar el “juego” de la vida adulta y profesional.
Se trata de encontrar actividades que les ayude a desarrollar habilidades de organización, diseño y debate, de esta manera logran aplicar el nuevo conocimiento de acuerdo con diferentes contextos. Por ejemplo, es normal que los niños pregunten cosas cómo, ¿Por qué el césped es verde? y la respuesta más común que obtienen es, “Porque sí” o “Nadie sabe” o incluso ¿Eso qué importa? cuando realmente esta es una pregunta muy profunda cuyas respuestas son de origen físico, biológico y hasta filosófico.
¿Te has hecho esta pregunta alguna vez? ¿Te ha hecho esta pregunta algún niño?
Qué pasaría si respondemos de forma positiva algo como: “no lo sé, pero tal vez podamos averiguarlo juntos”, o “no lo sé, pero tal vez tu puedas descubrirlo”. Este tipo de respuestas reforzarán la autoestima de los más pequeños al sentir que sus dudas son válidas y que de alguna manera podrán encontrar una respuesta creíble a dichas inquietudes.
¿Por qué es verde el césped? ¿Desde dónde percibimos el mundo? ¿Qué herramientas tenemos para identificar lo que nos rodea?
Con el virus que nos ha dejado la última pandemia, muchas personas perdieron temporal o definitivamente los sentidos del gusto y/o el olfato. Has imaginado ¿qué se siente darle un beso a tu pareja y no sentir su aroma? o ¿cómo se siente tener en la mesa tu cena favorita y no sentir su delicioso sabor? Pensemos en qué son 7 los sentidos sensoriales que poseemos, ¿verdad? Percibimos el mundo gracias al gusto, el tacto, la vista, el olfato y el oído; al perder el gusto y el olfato, solo te quedarán 3 sentidos para comprender el mundo que te rodea. ¿Cómo podrías identificar que un alimento está en malas condiciones si no sientes su olor o su mal sabor? ¿Qué tal si no se ve mal y te lo comes? ¿Te haría daño de todas formas? Este tipo de debates generan en los jóvenes curiosidad y aunque no sepas las respuestas pueden generar un vínculo de confianza al saber qué juntos podrán encontrarlas.
Los sentidos sensoriales influyen en la percepción que nos hacemos del mundo, por ello, cuando hablamos acerca del color que percibimos de las cosas, tenemos varias explicaciones científicas para ello aunque la más común y conocida es la teoría del color, por medio de la cual comprendemos la luz como el resultado de las ondas electromagnéticas emitidas por el sol y la reacción de nuestros ojos y cerebro ante este estímulo.
El color es donde el universo y el cerebro se reúnen.
El conocimiento que poseemos hoy en día acerca del espectro electromagnético nos ha permitido desarrollar tecnologías de comunicación masiva, nos permite regular cultivos agrícolas de grandes dimensiones, nos ha permitido llevar a cabo procesos industriales que requieren altos niveles de control. Como padre de familia, está preparando a sus hijos para un mundo muy diferente al que usted creció.
Nuestra sociedad, cada día más tecnológicamente avanzada, necesitará de ciudadanos que hayan recibido instrucción mucho más avanzada en las ciencias y tecnología, y esta exigencia aumentará generación tras generación. Incluso aquellos que no deseen llegar a ser ingenieros de sistemas, físicos o programadores, necesitarán tener algún conocimiento de ciencias y tecnología para actividades cotidianas en su vida adulta. Todo ciudadano con bases científicas tomará decisiones bien fundamentadas sobre su salud, seguridad y su ciudadanía, por ello es nuestro deber ayudar a los más jóvenes a estar bien preparados para el mundo que les espera.
A continuación, tenemos varias ideas para comenzar a explorar el mundo científico, despertar su propia curiosidad científica y así involucrarse de primera mano con la educación y evaluación de sus hijos:
Para hablar de fenómenos meteorológicos:
https://saposyprincesas.elmundo.es/ocio-en-casa/experimentos/nube-en-un-frasco/
Nivel de dificultad: Medio
Se necesita supervisión de un adulto
Vídeo ilustrativo sobre el ciclo del agua:
Para divertirse juntos en la cocina:
https://saposyprincesas.elmundo.es/ocio-en-casa/experimentos/experimentos-con-comida-para-ninos/
Nivel de dificultad: Bajo
Se necesita la supervisión de un adulto, se puede invitar a amigos y realizar las actividades entre varios. Tener cuidado con el uso de utensilios cortopunzantes.
Experimentos de química para niños pequeños:
Nivel de dificultad: Medio
Se necesita el acompañamiento continuo de los padres, pues por los colores tan llamativos los niños pueden querer comérselo.
Experimentos científicos para jóvenes:
https://espaciociencia.com/experimentos-cientificos-para-secundaria/
Nivel de dificultad: Alto
Se requieren algunos materiales de laboratorio para algunos de los experimentos, muchos otros usan materiales simples, puedes elegir el tema con el que te sientas mejor y puedas realizar con mayor facilidad. Recuerda que los jóvenes no necesitan grandes demostraciones, también hablar acerca de los fenómenos contribuye a una buena educación científica.
Cómo dar instrucciones a tus hijos:
3.La cocina de nuestro hogar es un laboratorio oculto a simple vista. Enseñemos y evaluemos desde nuestra cocina.
Recordé que en mis vacaciones, cuando visitábamos a mi familia en Bucaramanga mi mamá solía pedirle a mi “Nona” (abuela) que le preparara una “Pipitoria”. En mi familia se le llama así a la famosa Pepitoria santandereana. Ustedes se preguntarán ¿De qué se trata este plato y por qué a mi mamá le gustaba tanto?
Bueno, la historia se remonta a los 80 ‘s, cuando mi madre apenas era una niña. Mi abuela tenía cuarenta y tantos años y tres hijos a cargo, pues se había separado de mi Nono maltratador convirtiéndose en una de las pocas madres cabeza de familia de la época. Trabajaba incansablemente como auxiliar de odontología, buscando ofrecer lo mejor que podía a sus 3 pequeños, tenía su dinero bien administrado, sabía con exactitud cuánto dinero le quedaba disponible para emergencias mes a mes, pues como ella me dice; “mija, con los chinos (niños) nunca se sabe, un día es tranquilo y al otro día llegan reventados porque se fueron de jeta por andar brincando”. Ella me contó que mi “Bisnona”, es decir su madre, le enseñó a preparar este plato desde muy joven, pues en Suaita, en el pueblo donde crecieron mis ancestros maternos, se consumía muy poco la carne de vaca o cerdo; lo que más se conseguía era pollo y cabro, y de estos animales, lo más barato en el mercado eran sus vísceras.
Esta comida llegó a Colombia gracias a la influencia culinaria española durante el periodo de la colonia, sin embargo, su origen se remonta a los árabes, quienes lo conocen como un guisado a base de las partes que se desechaban de las aves. La elaboración de este plato no es muy complicada y mi Nonita me dio sus ingredientes secretos, a continuación, quiero compartirlo con sumercés:
- 1 ½ libra de vísceras de cabro (en los mercados santandereanos las encuentras precocidas)
- ½ libra de sangre de cabro precocida
- 1 libra de arroz blanco
- 4 cucharadas de salsa negra o inglesa
- 3 tallos de cebolla larga finamente picada
- 4 huevos
- 3 dientes de ajo machacados
- 2 cucharadas de perejil picado
- 1 cucharadita de tomillo
- 1 cucharada de cilantro picado
- 1 cucharada de condimento
- ½ taza de arvejas
- 1 zanahoria picada en cubitos
- 2 tomates maduros finamente picados
- ½ taza de cerveza (opcional)
- 1 cucharadita de color
- Sal
- Pimienta
- Aceite
Voy a describir la preparación de esta receta paso por paso analizando científicamente qué sucede con los ingredientes involucrados en cada etapa de la receta:
- En una olla se colocan 2 tazas de agua, 1 diente de ajo, 4 cucharadas de salsa negra, aceite, pimienta y sal al gusto. Lo ponemos todo a hervir. La ebullición del agua se da a 100°C, y esta cambia de estado líquido a estado gaseoso por la acción del calor del fogón. Si el agua cambia de estado a 100°C, Pregunta para aprender y evaluar en casa ¿cómo es que se evapora el agua que queda en el suelo después de trapear dentro de nuestras casas?
Has pensado, ¿por qué algunas recetas dicen que se agregan los ingredientes al agua fría y otras se preparan agregando los ingredientes cuando el agua ya está hirviendo? La diferencia radica en que cuándo queremos extraer los componentes de ciertos alimentos los ponemos en el agua fría y luego los llevamos al fogón, es así en el caso de las sopas y guisos y el agua se convierte en una salsa llena de sabor. En cambio, cuando agregamos por ejemplo los espaguetis al agua hirviendo lo que queremos es ablandar el alimento, hidratarlo, pero de las pastas no sale ningún sabor o sustancia particular hacia el agua.
2. Cuando el agua esté hirviendo agregamos el arroz previamente lavado y bajamos el fuego a medio hasta que el arroz se seque, una vez el agua se haya secado lo tapamos y lo ponemos a fuego bajo hasta que el arroz se cocine completamente. Apuesto a que nunca te habías preguntado por qué las abuelas insisten en lavar el arroz antes de agregarlo a la olla. Imagínate que dicho cereal contiene naturalmente arsénico en su estructura ya que lo absorbe durante sus procesos, la mejor manera de eliminarlo es sumergirlo en agua, y así por lixiviación de sustancias, el arsénico es lavado de los granos de arroz al igual que el almidón. Esta es una condición que cambiará drásticamente el sabor y la textura del arroz, pero indudablemente será mucho más sana.
3. En otra olla agregamos 1 taza de agua, las vísceras, la sangre, la cerveza, el perejil, el tomillo y 1 diente de ajo machacado. Dejamos cocinando en fuego alto por 15 minutos, colamos el agua y dejamos reposar. Tal como en el caso del paso 1, hay transferencia de componentes en la decocción de los alimentos al agregarse en agua fría las vísceras, la sangre, la cerveza, el perejil, el tomillo y el diente de ajo machacado para después someter a ebullición. La importancia del fuego en alto es porque a mayor temperatura del agua menor es el tiempo de saturación para que el grano quede hidratado, es decir que se ablanda en menor tiempo y a mayores temperaturas.
4. En una olla onda colocamos a hervir agua y allí cocinamos las arvejas y la zanahoria hasta que ablanden, colamos el agua y dejamos reposar. Así mismo se cocinan los huevos hasta que queden duros, se pelan y se cortan en cuadritos. Al agregar las arvejas, la zanahoria y los huevos en agua ya hirviendo se busca que sus elementos nutritivos no salgan de su interior, por tanto, el agua se puede colar porque solo ha servido para llevar a punto al alimento, esto se conoce como cocción por concentración. En este caso no hay transferencia de componentes hacia el agua.
5. En un sartén agregamos aceite vegetal y cuando esté caliente agregamos la cebolla picada y un diente de ajo machacado. Al ver que la cebolla se pone transparente es momento de agregar el tomate, el cilantro y los guisantes al gusto. Se deja sofreír por 10 minutos hasta que el agua del tomate se haya secado casi por completo. En este paso, agregamos en un sartén ya caliente los ingredientes en orden, por tanto, lo que buscamos es que los nutrientes permanezcan en los vegetales del sofrito y eliminar un poco del agua inicial de los alimentos y dejar que se enriquezcan con las notas aromáticas de los condimentos para dar ese toque delicioso de abuela; por tanto, hay transferencia de componentes químicos desde los condimentos hacia el interior de los vegetales.
6. Finalmente, en una olla grande agregamos aceite y a fuego bajo sofreímos las vísceras por un par de minutos, luego agregamos los demás ingredientes, poco a poco y vamos mezclando, así queda lista para ser servida. Tenemos el delicioso resultado de una magnífica y tradicional receta de abuela, con el sabor auténtico de mi tierra.
Para terminar:
Colombia es un país megadiverso, en términos gastronómicos tenemos infinidad de productos agrícolas que le dan a nuestros platos típicos sabores únicos e incomparables que además de prepararlos y deleitarnos con sus sabor nos ayudarán a comprender la ciencia.
Vamos de la mano con nuestros hijos a comprender por qué el mundo funciona cómo funciona, hagamos todas las preguntas que en el pasado no nos dejaron hacer y reflexionemos lo que nunca antes habíamos pensado. Enseñemos y evaluemos desde el hogar.
Escrito por: Alejandra Santamaría Docente de Ciencias exactas ESE Latam
Gracias, desde hace dos años los leo… justo la que estaba esperando. No dejen de publicar !!!
Gracias Mariana, nos alegra saber que te han gustado, seguiremos publicando sin duda…