Los polímatas en los tiempos de Google y los influencers.

Los polímatas en los tiempos de Google y los influencers

Los polímatas en los tiempos de Google y los influencers. 

 

¿Qué relación existe entre los polímatas, Google y los influencers? ¿Qué cuidados debemos tener al consumir contenidos? 

 

La RAE define “polímata” como una “persona con grandes conocimientos en diversas materias científicas o humanísticas”, pero esta definición en sí misma puede sonar un poco ambigua en la actualidad, ya que es sencillo reconocer en el medio científico o artístico a muchas personas que poseen grandes conocimientos en diversas áreas.

 

Pero, si miramos al pasado para entender un poco mejor el presente, el primer “polímata” del que históricamente más se habla fue Aristóteles, podemos decir que fue el primer hombre que dominó todas las ciencias de su tiempo. Escribió más de 300 obras que agrupaban todas las ramas del saber humano conocidas en la época. 

 

Gracias a su obra y la forma en la que se le interpretó en la Edad Media, es que conocemos y dividimos las ciencias de forma general hasta hoy en día, él definió qué era ética, qué era política, qué era ciencia. Acepciones que aún se siguen usando en la escuela, similar al discurso de materias fundamentales versus otras que no lo son. ¿Cuáles son las fundamentales? las ciencias clásicas, Ciencias Matemáticas, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales. Sólo el inglés como lengua ha ingresado en las últimas décadas a ese glorioso mundo de la academia y se enseña desde muy temprana edad. 

 

Sus libros rescatados en la Edad Media por San Agustín, Santo Tomás de Aquino, entre otros, marcaron el inicio de la ciencia moderna, tal cual como la hemos experimentado y conocido durante siglos.

 

Si revisamos la historia del pensamiento, hay otros autores que se han ganado con todo el mérito el nombre de polímatas, siguiendo la línea del pensamiento en occidente otro polímata puede ser René Descartes o Miguel Ángel, y si giramos nuestra mirada hacia el Oriente Medio, en Persia encontramos a Avicena, que también  aportó a todas las ciencias de su época.

 

¿Y qué pasa en la actualidad?

Si bien podemos rastrear muchos ejemplos en la historia del pensamiento de verdaderos polímatas entregados al estudio de las ciencias de forma casi inimaginable, en la actualidad la tarea es más compleja aún: la forma de entender la información, la ciencia y los datos ha cambiado radicalmente. Ahora mismo estamos a un click de todos los conocimientos humanos posibles. Cambiando los mecanismos por medio de los cuales accedemos al conocimiento. Desde esta perspectiva, esta debería ser la época de oro de los polímatas. 

 

Y es que la data que diariamente se produce en el mundo académico sobrepasa cualquier cerebro, en otras palabras, Aristóteles posiblemente se vería enfrentado a grandes retos para moverse en el mundo actual y entenderlo. Ya lo hemos dicho en otras editoriales, “La ingente cantidad de información que creamos a diario no alcanza a ser entendida o procesada por el cerebro humano más inteligente y sano, ni siquiera por todas las computadoras conectadas a su vez”. Según Hewlett Packard Enterprise (HPE), en el Centro de IT para la ciencia de Kajaani (Finlandia) 2022, “La última supercomputadora creada en Europa, es equivalente a  1.5 millones de computadores portátiles de última generación trabajando al mismo tiempo y posee una capacidad de almacenamiento de 17 petabytes”

 

La academia y los polímatas. 

En la época reciente ninguna academia forma polímatas en sentido estricto. Forman a profesionales de diversas disciplinas bastante estructuradas. Si bien a nadie se le niega el ingreso a una universidad si cumple con todos los requisitos, la vida humana no da para estudiar y graduarse de todos los programas existentes, por ello muchas veces las universidades brindan titulaciones de doctorados honoris causa, a quienes se destacan en diversas áreas sin necesariamente haber pasado por sus aulas. 

Esta es una extraña paradoja del mundo actual, certifican muchas veces las competencias de alguien que no pisó su campus, ni recibió una sola clase en sus instalaciones.

Por ejemplo, Gabriel García Márquez nunca terminó sus estudios en la universidad, pero recibió varios reconocimientos y doctorados honoris causa, aceptó algunos, como el de la Universidad de Columbia, pero rechazó otros como el de la Universidad de la Sorbona. 

 

Isabel Allende ha recibido a la fecha la gloriosa suma de 15 doctorados honoris causa y Rodolfo Llinás con 9 honoris causa, habiendo culminado realmente solo uno,  es un “University Professor” le permite dar cursos de nivel universitario, en cualquier área o disciplina del conocimiento humano. ¿Cuántos honoris causa le darían las universidades a Aristóteles, a Avicena o a Descartes?

 

En la época de Aristóteles, un libro se podría reproducir cuando alguien llamado “escriba” lo transcribía a mano en su totalidad, en la actualidad el conocimiento humano se renueva constantemente, pero, y esto es muy importante, no sabemos de ese conocimiento que se crea a diario, qué es real, qué es cierto, qué es probable y qué es fábula. Solo sabemos que está quedando guardado en alguna parte, servidores, data center, nubes de datos. De nuevo Aristóteles, Descartes o Miguel Ángel acostumbrados a un libro como método de almacenamiento de la información no sabrían distinguir la fábula de la realidad. 

 

Google: ¿dónde estaban los datos y el conocimiento en otras épocas? 

Una realidad es que la data está allí, esperando a ser develada e interpretada. El dataísmo entendido como religión de los datos – no religión en sentido estricto-, es más una filosofía que defiende la libertad de la información y su flujo incesante. Así que supone que todo se explica con datos. Y es esta una visión ultra positivista del mundo: todo se puede explicar, todo se puede entender.

 

Pero no siempre ha sido así, por ejemplo en el seno del romanticismo alemán se consideraba que el mundo no podría ser conocido e interpretado en su totalidad, y se daba rienda suelta a la subjetividad de cada persona, a los sentidos como medio exclusivo para comprender el mundo de forma parcial. 

 

Hoy más que nunca, las cosas han cambiado, existen grupos de expertos considerando que si bien nuestro cuerpo y nuestro cerebro no alcanzan a analizar esa totalidad de datos, hay otros métodos para lograrlo, o así nos lo han hecho creer, que se puede lograr por medio de la Inteligencia Artificial y la Big data.

 

Bienvenidos los influencers. 

En la actualidad, las personas estamos frente a una paradoja. Tenemos la mejor posibilidad de la historia de acceder a la mayor cantidad de conocimientos. Pero, en esencia, al existir tan abundante información, la posibilidad de saber que es cierto y ser realmente especialista en algo cada vez es más compleja. La ventaja de los antiguos era ir descubriendo información y creando conocimientos en un mundo nuevo socialmente hablando. Hoy el reto está en saber interpretar y descifrar que es cierto y que no. 

 

Es este un terreno fértil para los gurú posmodernos o influencers, que dicen saber todo de algo o de todo un poco, que suponen pueden explicar todo o entender todo lo que les apetece, y se asfixia cada vez más la real posibilidad de “saber quién sabe y quién no sabe”.

 

La democratización del conocimiento, la alta valoración de cada opinión y la facilidad de crear y distribuir la información nos ha traído un fenómeno bastante complejo de entender. Abunda información de todos y para todos. En la actualidad para muchos no se trata de saber, se trata de creer. Le creemos a alguien por alguna razón o filiación. Le creemos al profesor por ser el profesor, a nuestros padres por ser nuestros padres y a nuestros amigos por ser nuestros amigos.

 

Pero las cosas han venido cambiando, al margen de a quién le creemos, ya estamos cambiando nuestros hábitos y depositando gran parte nuestra confianza en Google y en los influencers. Según Google en el 2017 una de las preguntas más frecuentes fue: ¿cómo besar? seguida de ¿cómo quedar embarazada?

 

Para el 2023 entre las 10 preguntas más frecuentes estaban ¿Qué es peso pluma? ¿Qué es una persona no binaria? ¿Qué es Hamas? Las búsquedas dejaron de ser preguntas personales en alguna medida. Ahora nos informamos sobre las tendencias, noticias, artistas y casi cualquier cosa. Y ¿podemos creerle a Google, con sus canales de YouTube plagados de influencers que nos llevan de un sitio a otro? 

 

Consciente de esto, desde el 2018 Google ha emprendido una campaña para extrapolar que es verdad y que no. Extraña paradoja del destino, es irónico que busquemos en Google si lo que Google dice es cierto o no.

 

Entre las formas más simples y supuestamente efectivas que Google ha encontrado para ejecutar esta campaña ha sido la denuncia por parte de los mismos usuarios, delatando que algo es correcto o no. También en el análisis de la sintaxis, las expresiones y la forma en la que algo está escrito. 

 

Esto suena bien, en la teoría es posible trabajar en comunidad buscando la verdad, pero ¿Si no queremos creer en la verdad? siendo un poco radicales, aún no hay pistas reales y racionales sobre la existencia de Dios, pero sigue siendo una creencia difundida. 

 

Un ejemplo muy concreto lo ha planteado Seth Stephens-Davidowitz, analista en datos y ex trabajador de Google, “una de las búsquedas más frecuentes es: «¿De qué tamaño es mi pene?» (con lo fácil que sería usar una regla en vez de Google)” manifiesta en tono de burla. ¿Por qué buscar afuera lo que podemos medir por nosotros mismos? La respuesta es sencilla, más que saber, queremos hacer parte de algo, me sentiré identificado si un grupo de hombres manifiesta que el tamaño de su pene es similar al mío, y mejor aún si sé que el mío puede ser más grande. 

 

En perspectiva, en cierto sentido no buscamos la verdad, buscamos la información que nos haga sentir mejor. Y en ese sentido las redes sociales han hecho mejor su trabajo que nunca mostrándonos solo lo que queremos ver. Los influencer naturalmente han entendido esto y te dan a cuentagotas o a cántaros, según sea el caso, la información que requieres para hacerte sentir bien, no importa que sea verdad o no.

 

Nadie me prohíbe publicar esta editorial en nuestro Blog, algunos la leerán y me gusta preguntarme ¿será cierto lo que hasta el momento estoy diciendo?, ¿te ha gustado?, ¿ya me has leído?, ¿crees en mí?

 

Por doquier vemos especialistas de nutrición vendiendo pócimas milagrosas que curan todo, genios multimillonarios que buscan enseñar cómo compartir su riqueza y llegar hasta donde ellos han llegado gracias a su método perfecto. Y tal cual lo hemos experimentado tantas veces, decidimos creer, ya él hizo el trabajo sucio por nosotros de aprender, ahora solo falta depositar nuestra confianza y  algún dinero en sus cuentas. 

 

Cursos de criptomonedas, de como hacerse millonarios, de ganar en las acciones abundan, pero es otro el que hace el trabajo. Ciegos frente al mecanismo, esperamos que todo salga bien. Cada año son incontables las estafas piramidales que muchos influencers han jurado son seguras, cada mes nuevos productos causan daños en la salud de forma irreversible y cada día mueren personas por procedimientos de personas inescrupulosas. 

 

Esto pasa en todos los segmentos del mercado, en la alimentación, los estilos de vida, el aprendizaje del inglés, los viajes, y cualquier cosa en la que decidas creer y consumir. La trampa está lista y el cazador acechando. Su mayor fortaleza se genera cuando les crees. 

 

Pero ¿todo está perdido? ¿Cuál es la verdad en la que puedo creer? Y ciertamente no hay una respuesta correcta. 

 

Antes los polímatas seguro tenían otras formas de saber si lo que leían o pensaban era cierto o no. Podían echar mano de una profunda reflexión, o del uso de un método científico. Es un hecho que se equivocaron muchas veces, o que descubrieron a medias las cosas, pero seamos justos, ellos aplanaron los caminos que ahora recorremos con facilidad. 

 

En un mundo lleno de conocimientos, el problema más real está en tener sentido  crítico desarrollado, tener las habilidades para descubrir las incoherencias en los discursos, los puntos que no están claros y tomar posturas correctas. Es vital e innegociable el sentido crítico, es vital e innegociable el poder de reflexionar profundamente, es necesario desmantelar cada idea y contrastarla, así las cosas la filosofía está o debería estar más viva que nunca, y es más necesaria que nunca. 

 

¿Critiquemos a todos los influencers? 

Siendo justos no todos son iguales, similar a lo que pasa en la música, podemos reconocer a grandes y pésimos artistas, pero la única forma de saber si son buenos es aprendiendo sobre música, sobre arte, sobre el mundo. Lo peligroso es que lo malo se extiende fácilmente y lo bueno se hace esperar. 

 

Alejémonos como diría Cioran de los “empresarios de ideas, de los especialistas de la nada”, luego de ver un vídeo o leer un artículo no será adecuado suponer que ya sabemos algo, son cientos de horas de aprendizajes las que nos separan de los errores, las que nos harán posiblemente polímatas y espero, buenos influencers.

 

Escrito por:  Eduardo Montoya Castañeda –  ESE – Latam.

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