¿Qué es el Aporte Relativo y el Valor Agregado? ¿Cómo aportan estos conceptos a la medición los aprendizajes? Lo vamos responder en el siguiente artículo.
Existen muchas analogías entre la música y la educación. Usemos una para explicar el Aporte Relativo y el Valor Agregado y cómo estos conceptos influyen en la evaluación para el aprendizaje, en el aseguramiento del aprendizaje y por supuesto, en la calidad de la educación.
Cuando un músico va a tocar un instrumento, pongamos por ejemplo la guitarra, debe empezar por afinar sus cuerdas reconociendo su estado, “¿están tensas?” ¿están poco apretadas? ¿están sucias? ¿rozan con el diapasón? ¿están desgatadas?.
Para ello ya su oído debe estar entrenado para diferenciar las notas musicales de cada cuerda, yendo de lo agudo a lo grave. Al ajustar las clavijas se llega a la nota deseada en cada cuerda. El músico debe saber cómo ajustarlas, un error exigiendo más de lo necesario puede romper la cuerda. O puede nunca llegar a dar con la nota.
Debe conocer dónde quiere llegar con plena exactitud, y al afinar el sonido del instrumento, debe reconocer si hay problemas, hay averías; además debe distinguir el sonido particular de cada nota en el mismo instrumento…
En la educación, y más en concreto, en la evaluación sucede lo mismo. Lo primero que ha realizado el músico es reconocer el contexto de su instrumento, “el cómo está”. En este caso en educación le llamamos diagnóstico. ¿Cómo está el estudiante al ingresar a la universidad? Ese como está se traduce en, por ejemplo, su nivel de conocimientos, sus habilidades, sus actitudes y su alcance de competencias en unas áreas determinadas.
Si el músico siente erróneamente que la cuerda está poco apretada, sus acciones por tensarla terminarán por reventarle. En analogía, un mal diagnóstico no permitirá jamás mejorar los procesos de aprendizaje de un estudiante, siendo dramáticos, lo podremos quemar, o en términos académicos desertar al hacerle creer que no es bueno para algo, minando su autoestima.
Sigamos con la analogía. Se puede afinar el instrumento llegando a la nota correcta en cada cuerda porque ya sabemos cual es esa nota correcta. Al tener claro lo que se espera no existen equívocos en lo que es la nota “mi” o “si” y en cual cuerda le corresponde esa afinación.
Por eso varios músicos con diferentes instrumentos y sin haber nunca tocado juntos, pueden apenas en unos minutos de haberse conocido interpretar hermosas melodías en conjunto. Cada uno sabe lo que tiene que hacer y puede reconocer si el resultado de su interpretación es satisfactorio.
Esta carta de navegación (partituras) funcionan como un lenguaje que programa el paso a paso. Acabamos de usar la palabra resultado. En educación se habla cada vez más de Resultados de Aprendizaje. Aquello que espero el estudiante alcance al finalizar su proceso de formación. Este proceso puede ser de corto plazo (una actividad en concreto definida en una clase) o mediano plazo (la competencia que se espera alcanzar en un curso semestral) o de largo plazo (el perfil de egreso definido por un programa universitario).
Para cualquiera de los casos es obligatorio que sea bien conocido (por músicos o por docentes) a donde se quiere llegar. Esa meta esperada me podrá decir a ciencia cierta si hemos logrado el o los objetivos propuestos.
¿Todos los músicos/estudiantes llegarán al mismo tiempo y de la misma forma? ¿Todos los instrumentos se podrán afinar igual de rápido y de fácil? La respuesta claramente es no.
Unos instrumentos podrán estar mejor diseñados, mejor elaborados, mejor cuidados. Imaginemos que deseamos restaurar una guitarra con muchos años de uso. De forma magistral luego de semanas de trabajo hemos logrado que suene igual de bien a una que solo tiene unas pocas horas de uso y ha sido fabricada con los mejores materiales.
Cuando medimos ese potencial ganado en la guitarra vieja, cuando vemos ese proceso y el resultado final, estamos hablando de Valor Agregado. Un antes y un después. Si un estudiante en el área de inglés en el primer semestre estaba en el nivel A1 y al culminar su programa está en el nivel C2 gracias a la formación recibida en la universidad, su Valor Agregado será muy alto. En comparación a quien ingresó en el nivel C1 y allí se mantuvo al finalizar.
Esta es una de las grandes mediciones que se deben hacer, universidades afortunadas se dan el lujo de recibir cada año estudiantes en el nivel C1 y al finalizar solo unos cuantos han llegado al nivel C2, muchos se han quedado estáticos y otros han perdido nivel. Pero en los rankings brillan al ser programas con excelentes resultados globales.
Otras universidades con grandes esfuerzos logran que cada uno de sus estudiantes al menos mejoren en un nivel. Si comparamos esas universidades adecuadamente respetando sus vecindades, podremos ver cuales han tenido un mayor Aporte Relativo en sus procesos.
Viéndolo así, no basta con decir cuales son las mejores 10 facultades y programas del país en términos de mejores resultados, hay que analizar en detalle cuales facultades y programas en Colombia partiendo del nivel de los estudiantes en su ingreso ha logrado que pasen de A1 a cualquier otro nivel superior. A eso le llamamos Aporte Relativo.
En Colombia tenemos la fortuna de aplicar pruebas censales en grado 11º, además de pruebas a nivel de técnicos y tecnólogos (Saber TyT), finalizando en pregrados con Saber PRO, que nos ayudan a conocer el aporte Relativo y Valor Agregado de las instituciones.
En este vídeo recién publicado por el ICFES se da una explicación muy completa al respecto.
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Este escenario es ideal para medir la calidad de los programas académicos, el alcance de competencias y resultados de aprendizaje. Como lo hemos visto, si se tiene clara la meta, sabremos en que parte del proceso están nuestros estudiantes y sabremos cuales cuerdas tensar y de qué manera.
En este caso la evaluación tiene una misión que va más allá de solo poner una nota. La evaluación es por excelencia un medio para alcanzar el aprendizaje. La evaluación diagnostica, informa, declara, pondera…
Pero la evaluación por sí sola no hace maravillas, los retos vienen más adelante cuando debemos tomar las mejores decisiones con la analítica de los datos. ¿Donde está el problema en el proceso? ¿Cuáles son las mejores soluciones? ¿En qué momento y con cuales herramientas debo evaluar?
Uno de los grandes retos es usar la evaluación de forma correcta, buscando principios de validez y confiabilidad. Estos principios y su uso adecuado nos pueden ayudar a tener datos de entrada, de procesos y de salida. A mantener en la institución un sistema de evaluación concreto que aporte un sistema de alertas tempranas tal como lo nombra la universidad de la Sabana. O un alcance claro del estado de las competencias como lo hace ICESI.
Para fomentar estos sistemas de evaluación se deben tener elementos muy bien definidos. Por ejemplo. Si vamos a evaluar la Comunicación Escrita, las rúbricas tienen que ser de manejo univoco entre los docentes de toda la universidad. No puede haber diversas interpretaciones. El nivel de exigencia debe ser claro para poder medir en efecto si se está o no mejorando en los procesos.
En conclusión, debemos saber dónde estamos, cual es el camino, y cuál es el fin. Si esta conclusión no suena lo suficientemente compleja, es necesario volver a pensar muy bien lo que venimos haciendo.
Escrito por: Eduardo Montoya Castañeda – Director general ESE – Latam.
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